Inquietud sumisa y pálida,
es producto del engaño de la
mente.
Te lleva a menospreciarte,
juzgarte,
demasiado sobrereflexionarte.
Oh Dios, contigo quiero
evaluarme,
que tú seas mi espejo,
me recuerdes la imagen
y semejanza con la que me creaste.
¡Pero que no sufra!,
Porque me examine con mi
visión,
¡que sufra con la tuya!,
que la nostalgia de lo que he
perdido
por estar lejos de ti, me
descubra.
Quiero estar totalmente al
lado tuyo,
Ser tú, por Ti.
Quiero que el viento del
aliento
que exhala tu boca me lleve,
me menee, me relaje,
me enseñe a vivir, a disfrutar.
Oh Dios, ríete en mis dientes,
porque no siempre puedo yo.
Oh Dios, mirarme con tu mirada
es lo quiere mi corazón.
Que mi conversión sea con tu
versión,
no con mis flacos esfuerzos.
¡Con Tú Versión!
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